Autor
Nací en Valladolid una helada madrugada de diciembre del 66. Allí pasé mi infancia, pubertad y primera juventud.
Pertenezco a lo que ahora se ha dado en llamar generación EGB, de la cual y de muchos de mis maestros guardo buenos recuerdos. Todos mis estudios, incluida la formación profesional, los realicé en el Instituto Politécnico Cristo Rey de titularidad jesuita.
Fue allí donde desde muy chico empecé a escribir. Y aunque algún que otro profesor y varios de mis compañeros me decían que se me daba bien, a mí no me lo parecía. Así que no conservo ninguno de aquellos poemas y relatos de aquella época de la infancia y la adolescencia.
No terminé la titulación pues no me gustaba lo que estaba haciendo: Electrónica. Así que me quedaron tres asignaturas y aproveché la excusa del servicio militar para dejarlo. Quería haber estudiado periodismo pero ni tuve medios para ir a la universidad ni a mi familia, ya desestructurada, le importó lo más mínimo.
La novia de un buen amigo era gallega y un puente vinimos a esta tierra que desde entonces ya fue la mía. Hasta ese momento entendí el sentido de la “morriña”, ya hace más de treinta años de aquel viaje que marcó mi vida. Acababa de incorporarme al mundo laboral y hacía colaboraciones para una empresa de estudios de mercado de Madrid. Un día me dieron la oportunidad de tener como mi zona de trabajo a esta tierra que llevo en mi corazón: Galicia. No lo dude… Vine para quedarme: Sin nadie y sin nada, en aquel momento… y ya llevo aquí más de la mitad de mi vida.
Tenía conocimientos de marketing y el desparpajo y espíritu emprendedor necesario. Me instalé en Pontevedra y abrí una Agencia de Publicidad. Al poco conocí a mi mujer, con la cual llevo el resto de mi vida y comparto dos hijos.
Aquí, en la tierra que amo, siento y vivo, he dedicado como profesional más de veinte años al mundo del marketing, la publicidad y los medios de comunicación, vinculado varios años al Faro de Vigo y Diario de Pontevedra, y colaborando con prácticamente la totalidad de la mass media gallega. También inicié una pequeña incursión en el mundo educativo, con programas transversales, como una especie de lapsus necesario en el camino. Y después de una última fase y coletazo con el mundo del merchadising, decido volver a empezar y recuperar ilusiones y sensaciones pérdidas, con un solo, único y casi imposible propósito: ser feliz y hacer felices a los míos.
Es pues, como escritor, “La Primera Meiga” mi primera novela, la que tantos años llevaba diciendo que iba a escribir y que nunca lo hacía. Al final me decidí y aquí está, con su inesperado éxito: más de 2000 ejemplares vendidos tras agotar la primera edición y estar entre los más vendidos en Amazon.es, siendo que se sepa hasta el momento el único autor español que además de ser editor, también es distribuidor.
Seguro que hay un montón de autores anónimos que escriben muchísimo mejor. Comparto la filosofía de la cita de la película de Pixar “Ratatouille”: no todo el mundo puede ser un gran escritor, pero los grandes escritores pueden proceder de cualquier lugar o condición social y/o cultural.
No provengo de este mundo, no tengo formación superior y lo más parecido que había hecho en estos últimos años eran textos para cuñas radiofónicas o redacciones publicitarias para anuncios de prensa. Sin embargo, me he sentido seguro de lo que hacía y de que no importaba todo lo anterior si era capaz de organizar el talento que mi madurez me había proporcionado. Ahora ya sé que pase lo que pase seguiré escribiendo, pues ya es como el pitillo que no soy capaz de dejar de fumar.
Los que me conocen, ahora lectores forofos míos, dicen que soy una persona asertiva, empática, meticulosa, ordenada y defensora de las causas perdidas y de los buenos compañeros. También dicen que derrocho autoconfianza, capacidad de trabajo, entusiasmo y que soy un buen comunicador.
Yo solo digo que soy un joven soñador de 50 años. Y solo pido que soñéis conmigo. Prometo emociones y otras muchas vidas distintas.