Ago 11 Vivencias
Soy un joven de 47 años, orgulloso de mi edad y de mi familia. Llevo más de veinticinco años y la mitad de mi existencia, compartiéndola con mi mujer, la persona con la que me ha premiado la vida y que seguramente no he merecido.
Tenemos dos hijos maravillosos: Una chica de veintitrés años, licenciada ya en Dirección de Fotografía, y un adolescente revoltoso de quince, estudiante de la E.S.O. La mayor hizo los estudios superiores en Madrid y después de pasar unos meses en Italia, anda preparando las maletas con la intención de iniciar una nueva aventura en Londres, seguramente. El pequeño sueña con ser periodista deportivo y emular a los Paco González y Manolo Lama.
Siempre que puedo, la verdad que últimamente no mucho, intento ponerme en forma pues me gusta nadar. Con La Primera Meiga no he hecho otra cosa que pasear por los paseos desde Portocelo a Aguete del Marín en el que resido, y los del Paseo Marítimo hasta A Illa das Esculturas de la Pontevedra a la que amo.
Me gusta leer todo tipo de novelas, aunque me inclino más por los thrillers históricos. El cine me apasiona, el de verdad, el que lleva mensaje, y no me importa que sea comercial, no me considero un cinéfilo al uso. Y la música, por supuesto, sobre todo las bandas sonoras. El tema es que no tengo mucho tiempo lamentablemente, ni para leer, ni para ir al cine, ni para escuchar toda la música que me gustaría. Pero soy optimista y pienso conseguirlo cuando me jubile: No tendré tiempo para aburrirme con todo lo que llevo acumulado y de retraso.
He pasado toda la vida peleando por el futuro. He arriesgado y hasta me he arruinado un par de veces por intentar cumplir mis sueños y ser alguien… Hace cuatro años el cáncer invadió nuestras vidas: Al mismo tiempo en cuestión de dos meses a mi mujer se le diagnosticó cáncer de mama y a mí me extirparon un tumor en la vejiga que no tenía buena pinta. Al final todo ha salido bien. Mi mujer está terminando el proceso y las revisiones son todas positivas y lo mío se quedó en un buen susto. Desde ese momento nuestra filosofía de la vida dio un giro de ciento ochenta grados: No es que no nos importe el futuro, pero qué sentido tiene si no vivimos el presente?